El Gobierno de Marruecos ha arruinado los planes de reencuentro, vacaciones, y libertad de movimiento de miles de marroquíes residentes en España (más de un millón), tras tomar la decisión de excluir a los puertos españoles de la travesía a sus costas durante la Operación Paso del Estrecho de este año.
Las provincias españolas que alojan más población de origen marroquí son Alicante, seguida de Barcelona, Madrid, Murcia y Almería. Tras la decisión de Rabat, muchos han tenido que reorganizar su verano, y plantearse unas vacaciones que pocos de ellos se pueden permitir. Solo los que residen con trabajo estable, como indica Ibn Battuta en un reportaje de La Información, fundación sin ánimo de lucro que trabaja para la integración, encuentro entre culturas y cooperación con Marruecos.
Los que no se puedan costear las vacaciones se quedan sin opciones, porque tampoco podrán costearse un viaje de vuelta a casa. En un mes y medio, los precios de los vuelos (por familia) han subido entre 1.100 y 1.600 euros, y seguirán aumentando por la ínfima oferta en comparación con su demanda. Incluso las aerolíneas low cost, como Ryanair han aumentado sus precios, que no bajan de los 600.
El transporte marítimo se ha vuelto inviable, y no por cuestiones económicas, sino logísticas, ya que solo están autorizados los puertos de Sète, Marsella y Génova para los casi tres millones de marroquíes residentes en Europa. El más cercano a España es el de Sète, cerca de Cataluña, pero acceder a él solo es una opción de “los más pudientes” indica la fundación.
El precio de un viaje en el formato ‘pack familiar’ de cuatro personas supera los 2.100 euros. A estos precios estratosféricos se le deben sumar las horas y el coste del transporte a los puntos de salida y llegada. En Marruecos es habitual el uso del coche dentro del país, pero al reducirse los puntos de entrada, los taxis y el transporte en el aeropuerto también suben sus precios.
Los marroquís residentes en España y Europa están viviendo una “espera constante”, cuyo menor coste es el económico, ya que se está impidiendo a cientos de miles de personas reunirse con sus familiares y en los peores casos, despedirse de ellos. Como describe el presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí (ITRAN), Mohamed Alami, «parece que siempre lo paga el pueblo. Es incomprensible el absoluto silencio por parte de las instituciones».